El trekking no es solo una forma de actividad física, sino también una manera de sumergirse en la naturaleza, donde cada paso conduce a través de terrenos variados, desde suelos blandos cubiertos de hojas hasta rocas afiladas. Precisamente este contacto con el terreno hace que la elección del calzado sea uno de los elementos más importantes a la hora de prepararse para una caminata. Un buen calzado de senderismo debe combinar varias características aparentemente contradictorias. Debe ofrecer protección sin limitar la libertad de movimiento. Tiene que ser resistente, pero no excesivamente pesado. La adherencia, la estabilidad y la comodidad son claves, especialmente en rutas largas.
No se trata solo de evitar lesiones, sino también de la eficiencia del movimiento. Un calzado mal elegido rápidamente se hace notar con dolor de rodillas, rozaduras o cansancio en los pies. Una suela demasiado rígida puede reducir el contacto con el terreno, mientras que una amortiguación excesiva altera el ritmo natural de la caminata. En los últimos años, cada vez más personas se han preguntado si las tecnologías modernas presentes en el calzado de senderismo tradicional realmente apoyan a nuestro cuerpo, o si, al aliviarlo en exceso, debilitan los mecanismos naturales que la naturaleza ha moldeado durante miles de años.



